jueves, 8 de noviembre de 2007

Psicología de las Masas

INTRODUCCIÓN

La oposición entre psicología individual y psicología social o colectiva, que a primera vista puede parecernos muy profunda, pierde gran parte de su significación en cuanto la sometemos a un más detenido examen. La psicología individual se concreta, ciertamente, al hombre aislado e investiga los caminos por los que el mismo intenta alcanzar la satisfacción de sus instintos, pero sólo muy pocas veces y bajo determinadas condiciones excepcionales, le es dado prescindir de las relaciones del individuo con sus semejantes. En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado.
Las relaciones del individuo con sus padres y hermanos, con la persona objeto de su amor y con su médico, esto es, todas aquellas que hasta ahora han sido objeto de la investigación psicoanalítica, pueden aspirar a ser consideradas como fenómenos sociales, situándose entonces en oposición a ciertos otros procesos, denominados, por nosotros, narcisistas, en los que la satisfacción de los instintos elude la influencia de otras personas o prescinde de éstas en absoluto. De este modo, la oposición entre actos anímicos sociales y narcisistas -Bleuler diría quizás: autísticos- cae dentro de los dominios de la psicología social o colectiva.
En estas relaciones con sus padres y hermanos, con el ser amado, el amigo y el médico, se nos muestra el individuo bajo la influencia de una única persona o todo lo más, de un escaso número de personas, cada una de las cuales ha adquirido para él una extraordinaria importancia. Ahora bien, al hablar de psicología social o colectiva, se acostumbra a prescindir de estas relaciones, tomando solamente como objeto de la investigación la influencia simultánea ejercida sobre el individuo por un gran número de personas a las que le unen ciertos lazos, pero que fuera de esto, pueden serle ajenas desde otros muchos puntos de vista. Así, pues, la psicología colectiva considera al individuo como miembro de una tribu, de un pueblo, de una casa, de una clase social o de una institución, o como elemento de una multitud humana, que en un momento dado y con un determinado fin, se organiza en una masa o colectividad. Roto, así, un lazo natural, resultó ya fácil considerar los fenómenos surgidos en las circunstancias particulares antes señaladas, como manifestaciones de un instinto especial irreductible, del instinto social -herd instinct, group mind-, que no surge al exterior en otras situaciones. Sin embargo, hemos de objetar, que nos resulta difícil atribuir al factor numérico importancia suficiente para provocar por sí solo en el alma humana, el despertar de un nuevo instinto, inactivo en toda otra ocasión. Nuestra atención queda, de este modo, orientada hacia dos distintas posibilidades; a saber, que el instinto social no es un instinto primario e irreductible, y que los comienzos de su formación pueden ser hallados en círculos más limitados, por ejemplo, el de la familia.
La psicología colectiva, no obstante encontrarse aún en sus primeras fases, abarca un número incalculable de problemas, que ni siquiera aparecen todavía suficientemente diferenciados. Sólo la clasificación de las diversas formas de agrupaciones colectivas y la descripción de los fenómenos psíquicos por ellas exteriorizados exigen una gran labor de observación y exposición y han dado origen ya a una extensa literatura. La comparación de las modestas proporciones del presente trabajo con la amplitud de los dominios de la psicología colectiva, hará ya suponer al lector, sin más advertencias por parte mía, que sólo se estudian en él algunos puntos de tan vasta materia. Y en realidad, es que sólo un escaso número de las cuestiones que la misma entraña, interesan especialmente a la investigación psicoanalítica de las profundidades del alma humana.

Sigmund Freud
Sigismund Schlomo Freud (
Freiberg, 6 de mayo de 1856 - Londres, 23 de septiembre de 1939), más conocido como Sigmund Freud, fue un médico, filósofo y neurólogo austríaco, y el principal impulsor del psicoanálisis. Comenzó su carrera interesándose por la hipnosis y su uso para tratar a enfermos mentales. Más tarde, aunque mantuvo en la terapia varios aspectos de esta técnica, reemplazó la hipnosis por la asociación libre y el análisis de los sueños, para desarrollar lo que, actualmente, se conoce como «la cura del habla». Todo esto se convirtió en punto de partida del psicoanálisis. Freud se interesó especialmente en lo que entonces se llamaba histeria (hoy en día trastorno de conversión según el DSM-IV) y en la neurosis (actualmente esta clasificación fue descartada por la psiquiatría y aparece en la nosología psicoanalítica reclasificada bajo distintas denominaciones: afecciones psicosomáticas, neurosis y psicosis).
Las teorías de Sigmund Freud y el tratamiento que daba a sus pacientes causaron un gran revuelo en la
Viena del siglo XIX y el debate sobre las mismas continúa en la época actual. Sus ideas son a menudo discutidas y criticadas, y su obra se interpreta más bien como perteneciente al campo de la literatura y de la cultura en general. Además, existe un amplio debate sobre si el psicoanálisis y los tratamientos asociados a él pertenecen al ámbito de la ciencia.
La división de opiniones sobre Freud se puede resumir en ejemplos como los siguientes: por un lado, sus seguidores más convencidos le consideran "un gran científico de la medicina que descubrió importantes verdades sobre la psicología humana"; por otro, sus críticos lo ven como "un filósofo visionario que replanteó la naturaleza humana y nos ayudó a derribar tabúes, pero sus teorías, divulgadas como ciencia, fallan en un examen minucioso".
Datos biográficos
Freud nació el 6 de mayo de
1856 en Freiberg, Moravia (en la actualidad, Pribor en la República Checa). Fue el menor de tres hermanos y cinco hermanas. Tenía además medios hermanos de un matrimonio anterior de su padre. Cuando todavía era un niño, su familia se trasladó a Viena a causa de los disturbios antisemitas.
Pese a que Freud provenía de una familia de pocos recursos, sus padres se esforzaron para que obtuviera una buena educación. Ingresó en la
Universidad de Viena a los 17 años, donde cursó sus estudios a pesar de la presencia del antisemitismo en Austria. En 1877, abrevió su nombre de Sigismund Schlomo Freud a Sigmund Freud. Los primeros años de Freud son poco conocidos ya que destruyó sus escritos personales en dos ocasiones, la primera vez en 1885 y de nuevo en 1907. Además, sus escritos posteriores fueron protegidos cuidadosamente en los Archivos de Sigmund Freud, a los que sólo tenían acceso Ernest Jones (su biógrafo oficial) y unos pocos miembros del círculo cercano al psicoanálisis. El trabajo de Jeffrey Moussaieff Masson arrojó alguna luz sobre la naturaleza del material oculto.
En 1886, Freud se casó y abrió una clínica privada especializada en desórdenes nerviosos, donde empezó su práctica para tratar la
histeria y la neurosis utilizando técnicas de hipnosis en pacientes que como Bertha Pappenheim (Anna O.) y Emma Eckstein (Irma). Más tarde abandonó este método en favor de la asociación libre. Observó que podía reducir los síntomas de sus pacientes recostándolos en un sofá y animándolos a que expresaran lo primero que les venía a la mente. Comenzó desde ese momento a desarrollar los fundamentos del psicoanálisis.
Tras publicar algunos textos sobre sus investigaciones, Freud fue designado profesor en la Universidad de Viena en
1900. Comenzó a incorporar personas que se sumaron al movimiento psicoanalítico que empezaba a definirse. Freud tenía poca tolerancia hacia los colegas que disentían de sus doctrinas teóricas, y algunos se separaron eventualmente. Los ejemplos más conocidos son Carl Jung y Wilhelm Reich.
En
1938, tras la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi, Freud (judío) escapó con su familia a Inglaterra con ayuda financiera de su paciente y familiar, Marie Bonaparte. Al cruzar la frontera alemana se le exigió que firmara una declaración donde se aseguraba que había sido tratado con respeto por el régimen nazi.
Freud estaba enfermo de cáncer oral, tuvo 33 intervenciones quirúrgicas a partir del año 1923, en la primer intervención se le practicó una biopsia, que consistió en operar una leucoplasia proliferativa papilar en el arco palatino derecho anterior, en los últimos días el olor proveniente de su boca era insoportable.
Freud falleció en
1939 a causa de una sobredosis de morfina inyectada por un colega a pedido del mismo Freud, que no podía tolerar el malestar del cáncer en la boca que padecía.
Descendientes
Anna Freud, hija de Freud, también fue una destacada psicoanalista, particularmente en el campo de los niños y del desarrollo psicológico. Sigmund Freud es abuelo del pintor Lucian Freud y del actor y escritor Clement Freud, y bisabuelo de la periodista Emma Freud, de la diseñadora de moda Bella Freud y del relacionador público Matthew Freud.
Las innovaciones de Freud

El famoso diván de Sigmund Freud, conservado en el Freud Museum de Londres. Freud innovó en dos campos. Simultáneamente, desarrolló una teoría de la mente y de la conducta humana, y una técnica terapéutica para ayudar a personas con afecciones psíquicas. Algunos de sus seguidores afirman estar influidos por uno, pero no por el otro campo.
Probablemente, la contribución más significativa que Freud ha hecho al pensamiento moderno es la de intentar darle al concepto de lo
inconsciente (que tomó de Eduard von Hartmann, Schopenhauer y Nietzsche) un estatus científico (no compartido por varias ramas de la ciencia y la psicología). Sus conceptos de inconsciente, deseos inconscientes y represión fueron revolucionarios; proponen una mente dividida en capas o niveles, dominada en cierta medida por voluntades primitivas que están escondidas a la consciencia y que se manifiestan en los lapsus y los sueños.
En su obra más conocida, La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900), Freud explica el argumento para postular el nuevo modelo del inconsciente y desarrolla un método para conseguir el acceso al mismo, tomando elementos de sus experiencias previas con las técnicas de
hipnosis.
Como parte de su teoría, Freud postula también la existencia de un
preconsciente, que describe como la capa entre el consciente y el inconsciente (el término subconsciente es utilizado popularmente, pero ya no forma parte de la terminología psicoanalítica). La represión, por su parte, tiene gran importancia en el conocimiento de lo inconsciente. De acuerdo con Freud, las personas experimentan a menudo pensamientos y sentimientos que son tan dolorosos que no pueden soportarlo. Estos pensamientos y sentimientos (al igual que los recuerdos asociados a ellos) no pueden, según sostuvo, ser expulsados de la mente, pero sí pueden ser expulsados del consciente para formar parte del inconsciente.
Aunque a lo largo de su carrera Freud intentó encontrar patrones de represión entre sus pacientes que derivasen en un modelo general para la mente, observó que sus distintos pacientes reprimían hechos diferentes. Observó, además, que el proceso de la represión es en sí mismo un acto no consciente (es decir, no ocurriría a través de la intención de los pensamientos o sentimientos conscientes). En otras palabras, el inconsciente era a la vez causa y efecto de la represión.
Freud buscó una explicación a la forma de operar del
inconsciente, proponiendo una particular estructura. Propuso un inconsciente dividido en tres partes: el yo o ego, el ello o id y el superyó.
El ello representa los procesos primigenios del pensamiento y constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Contiene nuestros pensamientos y deseos de gratificación más primitivos, de carácter sexual y perverso.
El superyó, la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos.
El yo permanece entre ambos, alternando nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. Es la instancia en la que se inscribe la conciencia. Un yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que sea cómoda para el ello y el superyó.
Freud estaba especialmente interesado en la dinámica de estas tres partes de la
mente. Argumentó que esa relación está influenciada por factores o energías innatos, que llamó pulsiones. Describió dos pulsiones antagónicas: Eros, una pulsión sexual tendente a la preservación de la vida, y Tánatos, la pulsión de muerte. Esta última representa una moción agresiva, aunque a veces se resuelve en una pulsión que nos induce a volver a un estado de calma, principio de nirvana o no existencia, que basó en sus estudios sobre protozoos (Más allá del principio de placer).
Freud también creía que la
libido maduraba en los individuos por medio del cambio de su objeto (u objetivo). Argumentaba que los humanos nacen "polimórficamente perversos", en el sentido de que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. Conforme las personas van desarrollándose, van fijándose sobre diferentes objetos específicos en distintas etapas: la etapa oral (ejemplificada por el placer de los bebés en la lactancia); la etapa anal (ejemplificada por el placer de los niños al controlar sus defecaciones); y luego la etapa fálica. Propuso entonces que llega un momento en que los niños pasan a una fase donde se fijan en el progenitor de sexo opuesto (complejo de Edipo) y desarrolló un modelo que explica la forma en que encaja este patrón en el desarrollo de la dinámica de la mente. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte yo y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones.
El modelo psicosexual que desarrolló ha sido criticado desde diferentes frentes. Algunos han atacado la afirmación de Freud sobre la existencia de una sexualidad infantil (e implícitamente la expansión que hizo en la noción de sexualidad). Otros autores, en cambio, consideran que Freud no amplió los conocimientos sobre sexualidad (que tenían antecedentes anteriores en la psiquiatría y la filosofía de autores como
Schopenhauer); sino que Freud "neurotizó" la sexualidad al relacionarla con conceptos como incesto, perversión y trastornos mentales. Ciencias como la antropología y la sociología argumentan que el patrón de desarrollo propuesto por Freud no es universal ni necesario en el desarrollo de la salud mental, calificándolo de etnocéntrico por omitir determinantes socio-culturales.
Freud esperaba probar que su modelo, basado en observaciones de la clase media austríaca, fuese universalmente válido. Utilizó la
mitología griega y la etnografía contemporánea como modelos comparativos. Acudió al "Edipo Rey" de Sófocles para indicar que el ser humano desea el incesto de forma natural y cómo es reprimido ese deseo. El complejo de Edipo fue descrito como una fase del desarrollo psicosexual y de madurez. También se fijó en los estudios antropológicos de toteísmo, argumentando que refleja una costumbre ritualizada del complejo de Edipo (Tótem y tabú). Incorporó también en su teoría conceptos de la religión católica y la judía; así como principios de la sociedad victoriana sobre represión, sexualidad y moral; y otros de la biología y la hidráulica.
Esperaba que su investigación proporcionara una sólida base científica para su método terapéutico. El objetivo de la terapia freudiana o
psicoanálisis es, relacionando conceptos de la mente cartesiana y de la hidráulica, mover (mediante la asociación libre y la interpretación de los sueños) los pensamientos y sentimientos reprimidos (explicados como una forma de energía) hacia el consciente para permitir al sujeto la catarsis que provocaría la cura automática.
Otro elemento importante del
psicoanálisis es la relativamente poca intervención del psicoanalista para que el paciente pueda proyectar sus pensamientos y sentimientos en el psicoanalista. A través de este proceso, llamado transferencia, el paciente puede reconstruir y resolver conflictos reprimidos (causantes de su enfermedad), especialmente conflictos de la infancia con sus padres.
Es menos conocido el interés de Freud por la
neurología. En los comienzos de su carrera había investigado la parálisis cerebral. Publicó numerosos artículos médicos en este campo. También mostró que la enfermedad existía mucho antes de que otros investigadores de su tiempo tuvieran noticia de ella y la estudiaran. También sugirió que era erróneo que esta enfermedad, que había descrito William Little (cirujano ortopédico británico), tuviera como causa una falta de oxígeno durante el nacimiento. En cambio, dijo que las complicaciones en el parto eran sólo un síntoma del problema. No fue hasta la década de 1980 cuando sus especulaciones fueron confirmadas por investigadores más modernos.
Desde el punto de vista de la
medicina, la teoría y práctica freudiana han sido sustituidas por los descubrimientos empíricos a lo largo de los años. La psiquiatría y la psicología como ciencias hoy rechazan la mayor parte del trabajo de Freud. Sin embargo, muchas personas continúan aprendiendo y practicando el psicoanálisis freudiano tradicional. En el ámbito del psicoanálisis moderno, la palabra de Freud sigue ocupando un lugar determinante, aunque sus teorías aparecen reinterpretadas por autores como Sandor Ferenczi, Jacques Lacan, Melanie Klein y Wilfred Bion.
Críticas
Sigmund Freud y sus teorías han recibido gran cantidad de críticas por parte de diversos autores:
Karl Popper lo critica en su trabajo sobre la filosofía de la ciencia por basar su teoría en hipótesis no falsables y por replantear la evidencia cuando no confirma las hipótesis recurriendo a lo infalsable. Adolf Grünbaum considera que el psicoanálisis sólo es infalsable en la situación analítica por la relación circular que genera en las explicaciones sobre deseos inconscientes. Grünbaum considera que la teoría sí puede ser falsada y, de hecho, resulta ser falsa.
En la década de los
años 60, Hans Eysenck recopiló y criticó todos los estudios existentes sobre la efectividad del psicoanálisis. El resultado fue que el tratamiento psicoanalítico no supone ninguna mejora sobre la tasa de remisión espontánea (sin tratamiento) de las neurosis (Ver sus libros Decadencia y caída del imperio freudiano [1]). Eysenck afirmó que Freud "fue, sin duda, un genio; no de la ciencia, sino de la propaganda; no de la prueba rigurosa, sino de la persuasión".
Freud es criticado también por varios autores por haber falseado los resultados de sus investigaciones. Historiadores y periodistas han mostrado que hay una gran divergencia entre la evolución de los casos clínicos tal como Freud los relata en sus textos y los casos reales.
Uno de los casos más famosos es el de
Sergei Pankejeff (el hombre de los lobos), investigado por la periodista Karin Obholzer. Pankejeff sufría de una grave neurosis y de pesadillas recurrentes que le impedían valerse por sus propios medios. Freud interpretó los sueños del paciente concluyendo que estaban relacionados con un trauma sexual de su infancia. Según Freud, al comunicarle el origen de su problema, Pankejeff se curó completamente.
Sin embargo, las investigaciones mostraron que la historia fue muy distinta. No sólo Pankejeff nunca se curó, sino que siguió siendo tratado por otros psicoanalistas hasta su muerte, y su estado durante ese tiempo empeoró considerablemente. Pankejeff cobraba un sueldo mensual a cargo de la Fundación Sigmund Freud con el propósito de mantenerlo oculto en Viena para que el fraude no se hiciera público.
Diversos movimientos
feministas critican a Freud por explicar a la mujer como un hombre sin falo y por el concepto de "envidia del pene".
Las minorías sexuales critican también su teoría por considerar a la
homosexualidad una perversión. El gran impacto cultural de las teorías de Freud sobre el desarrollo psicosexual popularizó la idea de la homosexualidad como una enfermedad, aumentando en la primera mitad del siglo XX la internación de homosexuales en institutos de salud mental. Al considerarlo una patología, tanto Freud como muchos de sus seguidores impidieron que personas homosexuales se formaran como psicoanalistas.
El tratamiento psicoanalítico fue utilizado durante varias décadas para intentar curar la homosexualidad, promoviendo el surgimiento de varias psicoterapias con este mismo objetivo que se basan en algunas de sus teorías.
La
psiquiatría actual y la psicología como ciencia descalifican su trabajo como pseudocientífico.
Pacientes de Freud
Casos de pacientes publicados en las obras de Freud:
Anna O. =
Bertha Pappenheim (1859-1936)
Cäcilie M. = Anna von Lieben
Dora =
Ida Bauer (1882 -1945)
Frau Emmy von N. = Fanny Moser]
Fräulein Elizabeth von R.
Fräulein Katharina]] = Aurelia Kronich
Fräulein Lucy R.]]
Irma =
Emma Eckstein
El pequeño Hans = Herbert Graf (1903-1973)
El hombre de las ratas = Ernst Lanzer (1878-1914)
El hombre de los lobos =
Sergei Pankejeff (1887-1979)
Dr Otto.
Casos de pacientes no publicados:
H.D. (1886-1961)
Gustav Mahler (1860-1911)
Otras personas psicoanalizadas por Freud pero que nunca fueron sus pacientes:
Daniel Paul Schreber (1842-1911)
Leonardo da Vinci (1452-1519)
Moisés



Motivo Y Finalidad de la mirada semiótica

Las fronteras y los objetivos de la semiótica, como hoy son propuestos por la comunidad científica, no son ajenos a la historia de esta disciplina, y están dictados por la reflexión científica como proceso diacrónico.

a) Una primera descripción
De entrada conviene mantener la descripción más simple sobre el objeto primario de la semiótica, que la define como la teoría de los signos y cuyo propósito es estudiar los conceptos básicos y generales que atañen a la problemática sígnica. Entendemos que la semiótica esta relacionada con el problema del conocimiento, y con el modo mediante el cual podemos llegar a él a través del vehículo ineludible de los signos. La semiótica se presenta, entonces, como un punto de vista sobre la realidad. Su radio de acción, sin embargo, no abarca solo la descripción de los signos y sus significados sino que incluye y presta atención a la semiosis, es decir a la dinámica de los signos en un contexto social-cultural dado.

b) Lenguaje común y lenguaje científico
La semiótica no se elabora a espaldas de os lenguajes que corrientemente se usan, como si las interpretaciones que proporcionan, fuesen totalmente ajenas a las prácticas comunicativas de los individuos.Como toda ciencia, también ella esta sujeta a reglas de verificación (o de falsedad si queremos estirar hasta acá la posición de Popper) y sus hipótesis deben sostenerse con certezas proporcionadas por argumentos d realidad. La utilización de las hipótesis funcionan al mismo tiempo como argumentos eurísticos, como guías que orientan la marcha de la investigación.

c) El punto de vista semiótico
El conjunto de mundos reales o ideales es susceptible de ser analizado desde múltiples puntos de vista, la semiótica tiene el suyo. Ella presta atención a la multitud de objetos, de seres y de hechos que llenan la realidad. Pero lo propio de la semiótica es considerar los fenómenos y hechos de la cultura Sub especie comunicationis esto es desde el punto de vista de la comunicación. En el año 2001 había mas de 2000 colaboradores internacionales trabajando en la construcción del gran libro de genoma humano es decir el enorme mapa de combinaciones posibles de nuestro alfabeto genético cuyas letras básicas son ATGC. La semiótica permanece como la ciencia de los signos que circulan y producen sentido en el ámbito de las culturas y sociedades humanas tomando siempre y en todo momento cada unos de los diferentes lenguajes que existen en el mundo.

La División de la semiótica en tres ramas

A partir del siglo XX la semiótica se ha sistematizado y se ha dado un estatuto científico. Como otras ciencias se subdivide en varias disciplinas. La división propuesta por Morris es aún ampliamente aceptada. El distingue tres ramas en la semiótica: La Semántica, la Pragmática y la Sintáctica. Cada una de ellas posee objetivos y métodos específicos.

¿En base a qué criterios se establece esta triple división?
El punto de arranque son las relaciones diádicas que establecen los signos.

a) La Semántica

En primer lugar pueden estudiarse las relaciones de los signos con los objetos a los que son aplicables, es decir, a lo que los signos quieren significar al referirse o al denominar cualquier tipos de seres o de entidades. Esta relación se denomina Dimensión Semántica de la simiosis, y su estudio se llama sencillamente “Semántica”. La semántica por este motivo, es considerada una rama empírica de la semiótica, ya el estudio del sentido y los significados del lenguaje humano, hace referencia a las relaciones concretas de los signos con las cosas.

El conocimiento de los significados de los signos supone, pues, prestar atención a las “res designata”, es decir, a los objetos, a los hechos y a los fenómenos que los signos señalan. Así por ejemplo, los hablantes de una lengua, al usar los signos lingüísticos o los enunciados, proceden a indicar osas, situaciones, eventos, sentimientos, conceptos, etcétera. Todo ello presupone la presencia de criterios de índole semántica para el uso de los signos y sus significados.

Evitamos aquí aplicar el término “Semántica” a otros sistemas formales, como a la teoría de los modelos de Tarski a la de Goguen, que están teniendo aplicaciones en los actuales estudios sobre los lenguajes de programación informática.

La semántica se diferencia de la fonología que estudia los sonidos de la lengua, e igualmente de las sintaxis gramatical que analiza los sistemas de clasificación y combinación de las unidades lexicales. En cambio, las fronteras que separan la semántica de la semiótica son más difusas e imprecisas .La escuela de París consideró la semiótica como una extensión o una especialización de la semántica. Nosotros pensamos que la semántica es más bien una disciplina descriptiva y técnica de los significados de un determinado lenguaje, por tanto su instrumentales aplicable no sólo a textos verbales, sino también a los audiovisuales. En cambio la semiótica asume una perspectiva mas global y teórica del conjunto de los lenguajes, y desde este ángulo, la semántica entonces debe considerarse subordinada a la semiótica.


b) La Pragmática

También puede estudiarse la relación de los signos con los intérpretes con las personas que utilizan los signos de modo concreto. En este caso, aparece Dimensión Pragmática de la simiosis, y su estudio recibirá el nombre de pragmática.

Dentro de las ciencias del lenguaje la Pragmática es la disciplina que analiza las formas y las estrategias concretas que asumen las expresiones comunicativas, con el fin de descubrir las leyes que las rigen y establecen sus características generales. Le interesa el estudio de los diálogos conversacionales, los casos que reporta la etnolingüística, los enunciados de los medios masivos en sus diversos contextos, situaciones, circunstancias.

La pragmática comparte con otras disciplinas algunos aspectos de universo mental (por ejemplo con la psicología, sociología, antropología…), ya que trata de descubrir los ejes modélicos del lenguaje y en general del comportamiento humano comunicacional en sus realizaciones prácticas.


c) La Sintáctica

Finalmente se ha de considerar de la relación formal de signos entre sí. Esta relación se incorpora en la definición de los signos puesto que el uso habitual de ellos, incluye necesariamente la presencia de “un sistema signito” que funciona con relaciones internas y sugiere mecanismos menemónicos y señaladores sintácticos. La sintaxis se interesa por los sistemas formales (llamados “gramáticas”) diseñados para analizar los lenguajes.
Es muy difícil imaginar la existencia de un lenguaje en base a los signos aislados, al menos en potencia todo signo tiene relaciones con otros signos; puesto que tanto los emisores de mensajes como los destinatarios, sólo logran interpretar un signo, cuando lo ven puesto en combinación estructural con otros. La presencia de estas relaciones y combinaciones sígnicas, establece una dimensión de la semiosis tan importante como las dos anteriores (semántica y pragmática). Este es la dimensión Sintáctica dela semiosis, y su estudio recibe el nombre de “Sintaxis”.

Palabras claves para recordar

Semiótica / Semiología: es la ciencia o el conjunto de conocimientos que analizan y explican los signos y los fenómenos comunicativos, los sentidos y las significaciones que se producen en la sociedad a través de la actividad de la semiosis.

Semiosis: es la actividad misma de la comunicación. Es el proceso de interacción comunicativa que se produce entre las personas, los grupos sociales y las instituciones.

Semántica: (del griego “semantikos” = lo que tiene sentido), es el estudio del significado de los signos, de los enunciados y de cualquier texto o discurso mediático, dentro del proceso que asigna tales
significados.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

LA SEMIOTICA Y LOS SIGNOS


Aunque parezca sencillo el fenómeno del signo resulta ser, en el momento de reflexionar sobre él, unos de los problemas filosóficos más complejos y difíciles. Lo hemos constatado en el capítulo anterior al narrar el esfuerzo intelectual que demandó a lo largo de la historia. Nos podemos preguntar: ¿Cuál es el origen de los signos? O de manera más directa todavía: ¿Por qué habla la gente?

Sobre estas cuestiones hagamos, al menos, una reflexión general.
Apenas la persona humana se coloca ante el mundo (o ante si misma como parte del mundo). Se da cuenta que existe cosas. Y entre las cosas que existen, está ella misma como ser humano que percibe las cosas. Las realidad se nos impone como un dato normal y primero. Pero cuando nos interrogamos “¿Qué es la realidad?”, la propuesta primera y espontánea es: “son todas las cosas”, o sea todo lo que podemos percibir con los sentidos, lo que experimentamos con los sentimientos, o pensamos con la mente.

Y podemos seguir indagando: ¿qué son “todas las cosas”?, ¿cuál es el horizonte común que abarca toda la realidad? Así llegamos a la pregunta filosófica acerca del “ser”, es decir, aquello por el cual alguna cosa “es”. No podríamos percibir ni pensar nada sino hubiera alguna cosa, es decir, si no hubiera ser. También la nada, el “no ser” lo captamos como algo pensable, en la medida que la damos forma mental y por tanto como si fuese algo existente. El ser es el fundamento de cuanto puede existir, lo que podemos hacer o imaginar. Es lo que está allí y que posibilita cualquier actividad humana, física, psicológica, afectiva o mental.

¿Qué tiene que ver todo esto con los signos?

Tiene que ver, porque también como trasfondo de toda actividad sígnica se halla la realidad del ser, la realidad de todo aquello sobre lo cual es posible decir algo pensarlo y, en consecuencia, representarlo con signos.

Si queremos tener un contacto significativo con la realidad o sea, con el ser y los seres, nos vemos obligados a construir otros seres llamados “signos” y ellos nos permiten captar las cosas con algún significado. Por este motivo los signos, antes de ser estudiado por la nueva ciencia de la semiótica lo hemos visto, fueron desde la antigüedad, objeto de la curiosidad filosófica.

Pongamos el siguiente ejemplo. Un niño visita el zoológico y se detiene con curiosidad a mirar los elefantes. Al día siguiente le cuenta a los maestros en la escuela lo que vio. Este le invita a describir los elefantes que ha visto. Con toda probabilidad de que el chico narrará algunas de las características del paquidermo, y además, añadirá otras a modo de comentario o impresiones. Lo que hizo el chico con las palabras es seleccionar y estructurar signos lingüísticos, para comunicar su experiencia, o sea, para expresar un significado.


Naturaleza, rasgos y vocación de los signos.

Este sencillo episodio del chico que cuenta su visita al zoológico nos da pie para explicar la naturaleza de los signos, que son, recordémoslo, un fenómeno social, y por ello sirven como instrumento de comunicación.

En primer lugar el signo ofrece datos sobre la realidad representada, en un conjunto de elementos que están en lugar de otra cosa y que la designan. Los Datos que entrega el signo son ante todo la imagen del elefante reproducida en la mente del niño. Esta imagen mental no es el animal real, sino sólo una “copia” con algunas características –no todas- del corpulento mamífero con su larga trompa y grandes orejas.

El signo, además, es una interpretación de la realidad representada.

El chico agrega o no toma en cuenta otras cosas al comentar lo que ha visto sobre los elefantes. El signo es también siempre una hermenéutica, es decir, la interpretación de algún sentido que tiene la realidad conocida. Cada vez que pensamos o imaginamos alguna realidad, hacemos una reproducción mental de la misma, pero bajo el aspecto o la forma en que nuestra mente la percibe, y por lo tanto interpretamos las informaciones recibidas. La percepción del ser (sea éste real, pensado o imaginario) inicia nuestro dialogo con las cosas, y los signos son un modo de apropiarse y de interpretar el mundo.

En conclusión el signo es un simulacro de la realidad que comienza en nuestra mente. Es correcto decir , entonces, que el pensamiento, la idea, es un signo, porque está en lugar de otra cosa, de cualquier ente recibido dentro o fuera de nosotros, o simplemente creado por nuestra fantasía.

Pero también son signos muchos otros objetos construidos con el propósito de estar en lugar de otras cosas: una foto, la señal vial, un gesto para saludar… y todo aquello que podemos tomar convencionalmente como signo.

Llegamos a la definición clásica de signo: aliquid stat pro aliquo (algo está en lugar de otra cosa), y aparece así su dimensión relacional. Un objeto presente la relaciona con otro que esta ausente. Esta relación, sin embargo, requiere de alguien que percibe la línea de conexión entre los dos objetos, es decir, alguien que actualice la realidad del signo.

Otra faceta de la estructura del signo la podemos ilustrar analizando el siguiente ejemplo. Enciendo mi computadora, introduzco un disquete y me dispongo a escribir. De pronto la máquina emite un sonido parecido a una alarma. Es la advertencia de que hay un virus; he percibido un signo y debo tomar precauciones necesarias. Me pregunto; ¿por qué ese sonido lo capto como un signo? Porque todo signo tiene –semióticamente- las siguiente tres características.
Una forma física por la cual se hace perceptible a los sentidos (el sonido de la alarma),
Debe referirse a algo diferente de sí mismo (advierte sobre la presencia de un virus),
Alguien debe reconocerlo como tal, o sea, como signo (yo acepto el significado).

Hemos de agregar en seguida que esta explicación descarnada de la estructura del signo, no da cuenta de todo lo que puede efectivamente desencadenar un signo a nivel comunicativo. A menudo, los signos instauran una red de sentidos que va mas allá del simple “remplazar cosas”, porque la semiosis es un fenómeno social, y los signos se mueven al interior de contextos, donde existe una constante y compleja interacción comunicativa. Los signos, pues, no son entes abstractos, sino elementos de uso vital, sometidos a continuos reconocimientos a veces caprichosos y bizarros.

La realidad de los signos instaura el problema de saber qué condiciones son las que dan lugar al reconocimiento de los signos, al mecanismo por el cual el sujeto separa los objetos en “simplemente cosas” y en “cosas signos”.

Dos enfoques sobre el signo

En la historia de la semiótica han surgido varios modos de conceptuar los elementos que componen la estructura del signo. Vale la pena presentar las dos corrientes más conocidas en la actualidad. Los otros intentos teóricos aparecidos posteriormente, de una manera u otra, se derivan o remiten a estas dos corrientes.

La postura lingüística de Ferdinand de Saussure

Los estudios del signo ocuparon un puesto central en la lingüística, por eso no podemos menos que citar a F. de Saussure (1857-1913), uno de los pioneros que se dedicó a analizar este tema. De él se derivaron numerosos estudios posteriores.

Para F. de Saussure el signo es una unidad lingüística que tiene dos caras:

· Una sensible llamada Significante. Puede ser acústica (los sonidos de las palabras). O bien visual (letras de la escritura), pero siempre es algo material.
· Otra es inmaterial: la ida o concepto evocado en nuestra mente, y se llama Significado.


Saussure cita como ejemplo la palabra “árbol”: el significante es la forma física del término, mientras que el significado es el concepto mental de “árbol”.
El signo además hace referencia a alguna cosa, y a esa realidad Saussure la denomina realidad referencial; es el objeto, la cosa o el fenómeno, al cual se alude mediante el signo, Saussure piensa que el referente no integra la estructura del signo y que éste posee sólo una semblanza diádica. En este aspecto Saussure es deudor de una visión cartesiana de la mente y del conocimiento humano.

En cambio Orden y Richard (1923), hablan de referente para indicar la entidad que señala el significante, y lo consideran como un elemento que integra plenamente la estructura del signo. Siempre será necesario un referente para captar lo que se alude utilizando los signos. Está claro no todo los signos se refieren a cosas reales o materiales. Gran cantidad de signos abarcan el mundo irreal, como sucede con muchos cuentos o películas de fantasía donde se ven seres que jamás han existido fuera de la narración y de la pantalla. Otros signos aluden en cambio, a entes abstractos, a conceptos teóricos a relaciones, como sucede con los signos matemáticos.

Saussure sostiene que en los códigos lingüísticos, la relación entre el significante y el significado es arbitraria, porque no está motivada por el objeto al cual se refiere, sino que está fundada en el consenso social por el cual los grupos humanos deciden asumir esa asociación. Este fenómeno explica la gran cantidad de idiomas que hay en el mundo.

Por si solo n signo no tiene valor, es necesario juzgarlo dentro de un sistema o estructura que es la lengua. Allí entra en relación con otros signos y se vincula con los demás elementos de todo el sistema lingüístico.

El signo como fenómeno binario, fue estudiado también por la lingüística danés Louis Hjelmsev (1899-1963). Igual que Saussure distinguió en el signo dos aspectos que llamó la forma de expresión y la forma del contenido, para indicar, respectivamente, el plano sensible y material y la dimensión inmaterial o conceptual del signo.

Debemos decir que cuando se comenzó esta noción a los signos audiovisuales, especialmente al iconismo, aparecieron de inmediato las dificultades de trasladar al campo de las imágenes lo que es propio de las categorías lingüísticas. Este problema lo exploraremos en el capítulo sobre la imagen icónica.

Por último, en referencia al pensamiento semiológico de Saussure, debemos recordar que su teoría lingüística del signo levantó una polémica, cuando algunos semiólogos comenzaron a afirmar que la noción saussuriana de signo era ambigua. Y que no es posible seguir sosteniendo que la lengua es un sistema general de signos. Los críticos y propiciadores de la “disolución del signo”, afirmaban que hay que ubicar al lenguaje y por tanto también los signos dentro de una semiología entendida como un proceso de comunicación y no como una ciencia que estudia un sistema de signos. En consecuencia afirmaban que los signos en sí mismos no tienen razón de ser, se disuelven y lo que cuenta es la dinámica de las significaciones. En rigor de verdad, esta crítica hoy no se sostiene, porque aparece claramente parcial, ya que –si teóricamente tuviese plena validez- se refiere exclusivamente a una categoría de signos, a los lingüísticos. Pero sabemos que los lenguajes desbordan la lengua y tienen una dimensión mucho más amplia y dinámica. Es cierto que los signos actúan dentro de la movilidad semántica propia de los procesos diacrónicos que le afligen cambios a los lenguajes, sin embargo no se puede negar que cada signo posee también una base sincrónica fija y una propia estructura inminente, y eso sucede también con los signos lingüísticos.

La compresión adecuada de los signos, requiere además, tomar en cuenta la larga reflexión e investigación histórica que se ha hecho sobre ellos. Por este motivo nos detuvimos en el capítulo anterior, a presentar una síntesis de la evolución de la noción de signos a través de los siglos.